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El mundo es complicadísimo, tanto, que hay quien no puede tragar tanta complejidad y tanto lío y quiere unas normas bien claras para meter la realidad dentro. Luego, la gente, la vida, el mundo no caben en los trajes que se les confeccionan y por las costuras escapa el sufrimiento que nace de poner las cosas en su sitio, que no es el suyo propiamente dicho, sino el que se les asigna. 

La edad es la edad. Sentir el roce de las musas y coger el mazo de la disciplina puede llegar a cansar bastante. Quien de andanza en andanza, de picaresca en picaresca, se adentrará por la larga trocha de la vida adulta (la familia, el cilantro del amor, las aspiraciones vitales). Me considero un soñador, pero no tan merecedor de ese prurito de piedad, de esa chiribita de ternura que normalmente desprenden los hombres en su vejez. La vejez llega más o menos tarde, pero se piensa en ella desde antes.

Después de poner fotos de mi familia en la vejez y también de recopilar unas fotos nostálgicas, me propongo vivir hasta los confines de los años obtusos con mis recuerdos fotográficos. 

Ese empeño por rescatar la memoria, por sacar a la luz todo aquello que hemos pasado, por realizar una visión del dolor personal y del ajeno, es la idea con la que vivo cada día. La fortaleza está en no dejar de mirar atrás. Tapar, hacer como si las cosas no existiesen, no es precisamente la manera de sanar las culpas ocurridas.

Quizá haya perdido una buena parte del vigor, del entusiasmo que tenía. Con los años, uno se vuelve más escéptico, más apático y muchas cosas que antes te resultaban imprescindibles empiezan a devaluarse.

Ya no está uno para muchas agitaciones, se van apagando los rescoldos que quedaban encendidos por ahí. La vejez es una maldita sucesión de pérdidas.

Cada día que empieza, veo un reto. Una oportunidad de superarme. De demostrarme a mí mismo que la decisión de no rendirse es la mejor que he tomado nunca.

Todo el mundo tiene su propio sistema mágico que utilizan con la esperanza de que se abran los canales de la familiaridad propia entre hijos y padre. Mi mente siempre ha estado muy desordenada, así que ahora busco maneras de simplificar mi entorno, porque mi entorno no está tan desordenado como mi cabeza.


LOS HIJOS

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Son la esencia de mi vida. 

Cada uno posee unas cualidades difíciles de copiar.


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