MIS IMPRESIONES FAMILIARES-2

31.- El pasado hay que gestionarlo como cualquier otro tema, ahora bien, si es familiar, la cosa cambia enormemente. Nadie que tenga un conflicto en su persona, o con su entorno más directo, su familia, su pareja, sus hijos... nadie lo resuelve metiendo el problema en un armario, o bajo la alfombra, en el silencio. Cualquiera que haya tenido un problema lo ha resuelto dialogando, hablando, poniendo fuera lo que está dentro.

32.- Si no aireamos una herida mal cerrada, si no reconocemos el dolor de los otros, si perpetuamos la indignidad de los hijos, no podremos ser una familia saludable. La distancia irónica es la maestría que muestran últimamente, esa distancia se está convirtiendo en una barrera física.

33.- Los hijos, al mismo tiempo que te succionan, por otro lado son la mayor pesadumbre que uno puede tener en los momentos difíciles como este que estoy pasando en el de confinamiento. Mis hijos no me salvan de todo lo que estoy pasando. De todas maneras, me gusta salirme un poco de ese pesimismo que me impregna en estos momentos.

34.- Quedan cosas sin resolver, el final del primer envite queda abierto porque siempre pensé en resolver dignamente esta historia y hay que huir de las inútiles polémicas y de los fuegos artificiales con los que a veces nos quedamos embobados y que impiden que sigamos avanzando.

35.- No soy una persona que se preocupe por su patrimonio. No me puede importar menos lo que la gente piense de mí o de mis pertinencias. Cuando esté muerto, el único valor que tendrán será como fuente de ingresos para mis hijos. Si no necesitan el dinero, que las cojan y las destruyan en una trituradora de papel, me dará igual… Cuando me haya marchado, se terminó el problema, pero espero que renuncien a la herencia visto y no visto el interés que han demostrado durante mi existencia.

36.- Esa obsesión que hay por la desconexión perpetua y ese ruido de fondo me hace huir para buscar la verdad. Pero la soledad y el silencio no son fáciles, no es algo gozoso. Los silencios y la incomunicación entre padres e hijos y entre esposos son losas demasiado pesadas, un relato en el que los grandes cuestiones están abordadas con una engañosa sencillez.

37.- Si algo se echa de menos en estas memorias es algo más de intimidad. No la hay cuando cuento sobre mi relación con mis hijos y las desavenencias con ellos, o cuando narro la vez en que estuvimos a punto de encontrarnos.

38.- Jamás soñé con el reconocimiento personal porque ni siquiera me imaginé publicarla: Cuando me separé, quise contar mi vida matrimonial a mis hijos y más adelante a mis nietos. Nada más.

39.- No tengo muchos problemas emocionales. Vivo en la continua comodidad que me ofrece la jubilación. Quizá soy un ser que no se medir mis emociones, mis sentimientos negativos, y lideré una familia que iba a la deriva por mis malas actuaciones. Creía que tenía la varita mágica con mis hijos, para que fuesen felices, o lo que yo creía que era la felicidad. Pero la vida es más lista que uno y lo desbarata todo en un instante; en el momento más imprevisto...

40.- Sin poder evitarlo, e inesperadamente, me convierto en paja vana, dentro del maldito granero familiar y, sin control, va a comencé un alucinante viaje a través del tiempo y las dimensiones, saltando de una versión malintencionada a otra de indiferencia, y en todas el choque será brutal que no sé qué está ocurriendo y al que, aunque tal vez no me haya percatado, ya conocía dentro de la trama proyectada por la madre…

41.- Las preguntas, la mayoría aún sin respuesta, se amontonan: ¿Quién es esa criatura de sonrisa fatal que espera dentro del trasiego montado? ¿Cuál es su plan? ¿Qué es lo que pretende?. Todas estas cuestiones quedan atrás en la retaguardia de este entramado familiar, en el que voy a conocer qué les ha pasado a los hijos y a ese 'otro' personaje, que de repente se han visto transportados, también, por su voluntad a esta historia tan singular.

42.- El divorcio y los escarceos amorosos que me inundaron la mente, son parte de mi vida, de un padre cuya fuerza, pasión y ardor me revelan más soberano e imponente que nunca a la familia. Así van transcurriendo mis últimos años: momentos de dolor, mezclados con otros de felicidad, la incomprensión de los hijos, la rebelde Sagra y tantas otras cosas que abruman mis últimos días de existencia.

43.- Pese a todo, creo que soy un personaje profundo y con una personalidad compleja. Medianamente inteligente, tierno con sus hijos y con su mujer, duro cuando tiene que ponerse para sobrevivir, y sobre todo un hombre íntegro, con un código de conducta aprendido en mi mundo solitario, que he llevado a rajatabla por mucho que haya desempeñado una actividad actitud mujeriega. De todas maneras, dominaba la situación omnisciente y dejé algunos diálogos para enmarcar.

44.- Una de las grandes guerras que existen en el mundo es la que hay en el seno de las familias, sobre todo entre padres e hijos. También hay que ser conscientes de que las relaciones se rigen por la impermanencia y por la incertidumbre. Ponerse en paz con aquello que viene de los padres es imprescindible.

45.- Aún no sé cómo acabará la historia, pero hay quien ya está señalando víctimas de la discusión y el clima familiar propiciado por la traumática desunión del matrimonio. Desde algunos círculos filiales se anda sugiriendo -de manera interesada, no lo dudo- que el actual portavoz de la familia, medita su actuación a medio plazo.

46.- El secreto del matrimonio es estar un poco sordo. ¿No es genial? Sin dejar de reírse juntos, respeto mutuo y los vínculos. Y sí, tienes que ser un poco sordo. Yo siempre he dicho que lo mejor que había hecho en mi vida era cuidar de una mujer mucho más lista que yo, pues hizo todo lo que le vino en gana y no me enteraba de nada (o no quería enterarme).

47.- En esta web de la familia, está todo lo que me ha pasado en esos años de matrimonio: mis errores y los éxitos, las mentiras y las verdades, las decepciones y las alegrías. La superación de todo me ha hecho adquirir un perfil más fuerte.

48.- Es el melancólico relato de una vida en común tras la amarga separación, con la convivencia real tras muchos años de matrimonio en los que apenas he disfrutado de la familia. El desencanto, la sumisión y la resignación marcan la vida en pareja que, tras años de angustia, ahora intento recuperar el tiempo perdido; si es posible o no, nunca lo sabremos del todo.

49.- Todo lo acontecido contribuyó a acabar con el matrimonio. Pero a pesar de ello, los pasajes menos gratos fueron aquellos en los que cuento mi fracaso matrimonial y la nueva vida que ha surgido.

50.- Esos años de matrimonio, los más dolorosos de mi vida desde el punto de vista de la visibilidad personal, fueron los más valiosos porque me forjaron como trabajador en la educación secundaria y universitaria.

51.- La situación se ha agravado, y mucho, tanto las mañas de la madre como la hipócrita indolencia de los hijos ante el aislamiento y la humillación: Ellos tienen la ventaja de mentir y el beneficio de la comprensión maternal por adelantado.

Quizá una de las líneas más claras de estas webs es el tácito reconocimiento de la superioridad de la experiencia vivida sobre la meramente fraternal: me parece muy revelador el desenlace que se está produciendo.

52.- Nada ha sido fácil para mí, pero he pasado a ser la pauta de las decisiones y también la creadora de los espacios de intimidad con la nueva pareja. Y estas webs biográficas son un homenaje a una felicidad vivida, a la vez que hace un recuento angustioso de la infelicidad sobrevenida en el que hay mucho de añoranza, algo de remordimiento y, sobre todo, radical sinceridad; la percibirá el lector en la franqueza de los episodios familiares, en unas sinceras páginas sobre la paternidad perdida, o en la admiración por una nueva mujer joven y guapa, risueña y lúcida, tajante y comprensiva.

53.- Así, dí mis primeros pasos como divorciado, pero también como hombre de mundo capaz de aprovechar las oportunidades amorosas que se me cruzaban en el camino. No dudé en abandonar mi situación anterior y la anodina vida que compartía en matrimonio para lanzarme a la aventura de conocer otras realidades. De este modo, empecé mi periplo sexual desbordado por la aparición de múltiples oportunidades placenteras, no sin antes haber conseguido mi traslado a la casa de Jardín para no ser envenedado por mi vehemente ex que le añadía algún fármaco en mis comidas que me llegaron casi a destrozar el hígado.

54.- Mi matrimonio fue una felicidad muy corta. Aquellos años fueron una prueba de fuego. Después, vinieron meses de ataques contra mí aunque aún no se había publicado la historia real. Si no lo has pasado, no sabes lo que es que los hijos se pongan contra ti y construyan un relato que no es cierto para nada. Y entonces el tema salió mi versión y cuando lo vieron, se murió todo. Un montón de críticas negativas y después silencio. Me dejaron en paz. De aquella mujer, por cierto, me he desenamorado para siempre. Lo he dejado, ya lo puedo decir. Me mudé a mi casita del Jardín porque tenía una visión romántica de Granada vista desde mi terraza.

55.- Arrepentirme de lo que he dejado atrás, no, porque la vida hay que tomarla así. Pero momentos bajos sí que he tenido; bastantes. La familia es una cosa que yo he luchado por mantener aunque fuera con mi primer matrimonio a distancia, porque por lo que luchaba fundamentalmente era por el amor de los hijos.

56.- Es agradable repasar estas estampas, como llegadas de otro mundo, y que parecen remitir a un cliché aromático, ambarino, surgido de lo verde, donde el dolor se remansa entre el aire templado y se pierde en la tiniebla vespertina. Sin embargo, lo que se divisa tras esta débil gasa de pesimismo es, sencillamente, un trozo del dolor profundo; el ambiente familiar de los últimos años de matrimonio. A través de esa cuadrícula, muestro mis sentimientos de una vida sencilla, escandida en imágenes de grave y contenido dramatismo. Todos mis últimos trabajos parecen radicar ahí, en ese gesto donde ofrezco y sublimo, educadamente, mi infortunio.

57.- En aquel matrimonio yo fui su primer amor y ella mi primera enamorada. Fuimos como la mar y la tierra, cada uno respirando a su ritmo y a su tiempo. Nosotros sólo fuimos testigos de los hechos y la malinterpretación corresponde a los observadores externos.

58.- Porque hoy discurro por el desamparo y me parece una situación inoportuna. A estas alturas me he hecho ya al tiempo analógico, al antiguo régimen de las comunicaciones vía telefónica. Prefiero seguir fundidos en la lentitud de la conversación directa, que aún pervive en nuestros días tan agitados y que fueron clausurados por la historia familiar.

Con las maniobras sujetas a las directrices de la madre, a cambio de regalos que quiere trazar con creciente nitidez toda una constelación despectiva hacia el padre que restituye la entonces soterrada aportación de afirmaciones tediosas y bajo acusaciones inverosímiles.

59.- Hubo un tiempo que me permitió albergar esperanzas de solución que pronto resultaron vanas. Qué mentira tan vulgar es esa idea de que recordar y llorar por los viejos tiempos significa reabrir las heridas

60.- Nada volverá a ser igual que antes de la historia familiar que me está haciendo convulsionar el corazón, ¿qué futuro están construyendo estos hijos que parecen parados en el pasado y en cambio laten vida al lado de la madre?

No sé si es conmovedor ver cómo no se esfuerzan para luchar contra todas las dificultades aparecidas y los grandes esfuerzos que hago por acercarme a vosotros y que a día de hoy, ya todo el mundo conoce la verdad de lo acontecido, y sobre todo, no veros llorar... Estoy personalmente muy cerca de vosotros para encontrar la solución al problema.